Mi primer acercamiento al material que integra la muestra se produjo en el año 2006, cuando colaboraba en el Área Literaria de la Subsecretaría de Cultura. La profesora Chiquita Mac Donald resguardaba –a la espera de su ubicación en un sitio apropiado- un extraordinario conjunto de materiales relativos a la vida y obra de Horacio Quiroga, todos vinculados en forma directa o indirecta a la cultura chaqueña. Dos álbumes de fotografías de Horacio Quiroga -muchas de su residencia en Chaco y, la mayoría, en Misiones, además de retratos tomados en diversos momentos de su vida-, junto a diapositivas, viejas ediciones de sus obras literarias, biografías y ensayos de académicos y escritores, y dos libros encuadernados por nuestro autor, integran la colección que perteneció a la Biblioteca del Banco del Chaco y que fuera reunida por Seferino Amelio Geraldi.
El impacto profundo que me provocaron las fotografías –muchas de ellas vistas tantas veces en historias de la literatura y en ediciones de las obras del uruguayo- se unió a una admiración y lectura apasionada de sus textos en distintas etapas de mi vida y a la profunda huella que dejaron hace ya tiempo los ensayos y biografías de Emir Rodríguez Monegal y de Noé Jitrik.
Esta vívida impresión fue acrecentándose al tener el contacto directo con primeras ediciones y viejos artículos periodísticos, y me transportó a sentir la alucinante presencia del uruguayo cuando tomé entre las manos un ejemplar de Zola –en francés- encuadernado por el mismo Horacio.
Todo ese testimonio de la estancia y la permanencia en la lectura y las búsquedas de sus seguidores en el Chaco, unido a lo leído en las cartas escritas desde aquí, me llevó a la convicción de que era muy importante investigar sobre las lecturas de ese período en su vida, además de rastrear la influencia profunda que pudo tener en su obra (así opinan también otros críticos).
Jorge Lafforgue y Pablo Rocca realizaron la edición de Diario y correspondencia, publicada en el quinto y último volumen de las Obras de Horacio Quiroga (Losada, 2007). El volumen reúne por primera vez más de 350 cartas enviadas a unas veinte personas entre 1902 y 1937. Es allí donde encontramos la correspondencia dirigida a sus amigos salteños, Alberto Brignole y José María Fernández Saldaña (Maitland), entre las que se encuentran las escritas durante su residencia en el Chaco (1904-1905)1. También nos enteramos de la conservación de gran parte de las cartas en el Archivo Literario de la Biblioteca Nacional en Montevideo, Uruguay, de donde obtuvimos las copias digitalizadas de las remitidas desde Resistencia y Saladito.
Prof. Alejandra Liñán
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